Fuera de serie, diálogo entre artistas de Latinoamérica en el Malba

 Seeber    

  El Malba inauguró  su muestra Fuera de serie, primer tándem del nuevo programa Paralelo 1 || 3, proyecto que propone un diálogo entre dos artistas latinoamericanas aunadas en un mismo punto creativo: el trabajo y la redefinición de los límites de la pintura.

       A través de procedimientos y saberes sobre la pintura, como también la influencia de la cultura urbana, el arte moderno, el diseño y la naturaleza, Leda Catunda (San Pablo,1961) y Alejandra Seeber (Buenos Aires,1968 - radicada en Nueva York), producen obras que absorben todo de su alrededor.

    Curada por Francisco Lemus, la exposición reúne imágenes de una belleza extraña que se presenta entre capas de telas, pinceladas y espacios alterados. Atendiendo a este hilo conductor que conecta escenas culturales y tiempos diferentes, la muestra cuenta con obras históricas y recientes, estudios, bocetos y documentos que permiten focalizar sus recorridos iniciados entre las décadas de los años ochenta y noventa en el caso de Catunda y a fines de los años noventa para Seeber.

     “El diálogo entre Seeber y Catunda no se limita a dibujar correspondencias literales ni tomar parte en el desarrollo de una conversación sobre sus historias, tradiciones, estilos y repertorios discursivos. Tampoco promete agotar perspectivas compartidas en el desborde de la cultura visual que dispersa y desintegra a la pintura en circuitos virtuales, en un tránsito inmaterial, y la condena al perpetuo pronóstico de su deceso” explica Gabriela Rangel, Directora Artística de Malba.

     En palabras del curador: “Las obras de Seeber y Catunda poco han tenido que ver con el registro expresivo de la pintura, y mucho menos con estas miradas estrechas. Su modo es más conceptual, está profundamente arraigado a referencias que no provienen de manera exclusiva de la disciplina. No se han movido de manera confortable en las tradiciones, pero tampoco han transitado por otras comunidades estéticas determinadas”, afirma Lemus.

      En el marco de la exposición, además del catálogo editado especialmente para la ocasión, se desarrollará un programa público de charlas, talleres y activaciones para pensar los modelos artísticos y los discursos que fueron cruciales en esta genealogía del arte contemporáneo. 

     Leda Catunda forma parte de la llamada “generación 80” de Brasil en la que convergieron jóvenes artistas abocados a la vuelta de la pintura en las principales instituciones de San Pablo y Río de Janeiro.

       En un contexto de ebullición política y cultural marcado por el final de la dictadura militar, la pintura fue tomada como un modo placentero para volcar la subjetividad y experimentar –sin jerarquías– sobre los materiales y los estilos artísticos. Más allá de estas instancias, en la obra de Catunda se pueden observar operaciones que provienen de la artesanía, el arte pop y el conceptualismo.
  Catunda

     Su paso por la carrera de artes en la Fundación Armando Alvares Penteado fue clave ya que tomó contacto con profesores como Regina Silveira y Nelson Leirner, quienes en los años setenta incentivaron la experimentación indisciplinada.

       De manera temprana, la diversidad de imágenes que hacen al universo visual de Catunda –motivos florales, paisajes, pinturas figurativas y animales, collages sobre telas y soportes domésticos– se presenta en sus propuestas expositivas que fusionan la pintura y la costura extendiendo el plano hacia formas que incitan a ser tocadas.

     En los años posteriores, Catunda comenzó a realizar formas volumétricas y seductoras en las que se entrecruzan el neoconcretismo, la cultura popular y el mundo natural. Lenguas, barrigas, gotas, velos, insectos, entre otros, constituyen un sello autoral que al día de hoy se conjuga con imágenes apropiadas de Internet y de consumo masivo con fotografías de su archivo personal.

      Desde los inicios de la década noventa, la obra de Alejandra Seeber se ha visto transformada por distintas experiencias estéticas que habilitan la pregunta sobre la pintura más allá de las tradiciones. Fue vital para su formación transitar por atmósferas disímiles y liberadoras en torno a la práctica artística como el taller de la pintora Elsa Soibelman y el programa para artistas jóvenes ideado por Guillermo Kuitca, espacio de clínica que cambió la enseñanza del arte en Buenos Aires.

     Alejandra conceptualiza la pintura, pero no desde las referencias históricas, tampoco a través de las convenciones, involucra una cultura visual atravesada por su propio recorrido en el rock alternativo, el trabajo en escenografías para obras teatrales y shows musicales, la vida en el underground ubicado en la zona sur de la ciudad y los programas digitales que empezaron a utilizarse en el diseño gráfico y la publicidad como novedad tecnológica del fin del siglo pasado.

      Seeber posa su mirada en los interiores domésticos, la arquitectura, la decoración y los fragmentos más triviales, pero ahí encuentra una imagen del mundo que rápidamente hace estallar con manchas, chorreaduras, gestos corporales y partes que se dispersan por todo el cuadro donde la relación con el afuera y la figuración resulta difusa.

     Entre lo común que subyace en varios artistas argentinos de los años noventa, en especial la alianza con el submundo estético que tiene lugar en lo cotidiano, y los ejercicios plásticos practicados en la soledad del taller, Seeber generó un modo particular de conectarse con la pintura sin salirse de ella.

 

3/2021
 

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