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Los orígenes de un maestro

 

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Un corto que marcó el camino

      Días pasados la cultura argentina despidió a uno de sus exponentes más auténticos: Leonardo Favio. Un hombre que, con aciertos y errores, siempre mantuvo claros sus objetivos en torno a un arte donde lo popular y lo mágico, lo simple y lo metafórico, se podían complementar sin problemas

     Mucho se dijo ya de Favio y de toda su obra en estos días. De sus películas, de su labor actoral y de su etapa como cantante romántico. Por eso, no está de más hurgar en los orígenes de su saga creativa. Datadearte pudo rescatar su primer y único largometraje, filmado en 1960, llamado "El Amigo" y que de algún modo preanunciaba las características de la obra que Favio desarrollaría durante las siguientes décadas.

 

       Una obra que se expresó tanto en su primera etapa en blanco y negro, de fuerte contenido simbólico, pero con un corte testimonial ("Crónica de un niño solo", "Romance del Aniceto y la Francisca", "El dependiente") como la más frecuentada por un amplio público, basada en mitos populares y con un tono casi épico y con toques de realismo mágico ("Juan Moreira", "Nazareno Cruz y el Lobo", la más modesta "Soñar Soñar", "Gatica" y su póstuma "Aniceto").

      Un párrafo aparte significa "Sinfonía del Sentimiento" porque tanto desde lo fílmico como desde la intención marca esa faceta tan clara que también distinguió a Favio y que fue la de su militancia política. Aún con los desbordes y la tendencia metafórica y monumentalista de parte de su producción, marcó una notable autenticidad con sus sentimientos.

      Detenernos en "El Amigo" es abrir una ventana a sus raíces, ya que resulta un antecedente claro de su primer film, "Crónica de un niño solo", y es la simple historia de un chico que lustra zapatos en la puerta de un parque de diversiones. Un corto de 11 minutos cuyo protagonista era el pequeño Oscar Orlegui, y que al poco tiempo se exhibió en Mar del Plata y mereció la felicitación del mismo Leopoldo Torre Nilsson.

       Según relató el mismo Favio – un testimonio reproducido por el portal La Nave de los Sueños- “Este corto nace como una hipoteca que yo tenía con quien era mi compañera en ese entonces, (se refería a María Vaner) porque yo todas las mañanas le decía que me iba a estudiar cine con Torre Nilsson, y en realidad le decía eso para que no se me piantara, porque tenía miedo que se me fuera con algún intelectual o algún tipo del cine. Entonces me iba al bar de la esquina, tomaba un café con leche, me ponía a leer el diario y a las dos horas volvía. Había arreglado con Babsy (Torre Nilsson) que si ella le preguntaba algún día, él iba a decir que si, que yo todas las mañanas iba a estudiar cine con él".
      Favio sigue relatando que "llegó el momento en que no pude seguir mintiéndole, porque me preguntaba “¿cuándo empezás a filmar?”. Y bueno, como pude, en forma apresurada, rapidito, filmé este corto... La fortuna hizo que a partir de "El amigo" me agarrara el amor por esta profesión, y una vez que se te pega eso perdiste, porque quedas pegado al cine para toda la vida".
       El corto tiene todos los elementos claves que luego Leonardo Favio utilizaría en sus filmes: sencillez narrativa, un novedoso uso de la cámara, diálogos breves y mensajes implícitos, un acento especial en las relaciones humanas, elementos de la fantasía, alusiones al circo y un ámbito que contrapone la humildad con la riqueza con un aire en el que el sentimiento campea continuamente. Es un buen modo de asomarse a un cineasta fundamental más allá de las palabras.

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